lunes, 22 de octubre de 2012

Interraileando, reflexiones finales

Parece mentira que hayan pasado solo tres semanas entre los nervios y las ganas del primer tren y la tristeza mezclada con cansancio del último. Pocas veces se me había pasado el tiempo tan rápido y pocas veces he tenido más ganas de pararlo, de ser capaz de saborearlo, de estirar los momentos.

No sé cuántos trenes, estaciones, lugares, cruces de caminos. Camas y más camas y más compañeros de habitación e historias que iban, venían y se quedaban un poco flotando en el aire. Museos, plazas, iglesias, calles, tiendas, ¿he dicho ya trenes?, rincones y más rincones que me han dejado conocerlos y me han contado un poquito sobre ellos. Cosas que me esperaba y cosas que no, pero ante todo una sensación de aprender que llegó a rozar lo abrumador y que espero ser capaz de canalizar de modo que todo se quede conmigo.


Las ansias, la planificación del primer día en Colonia. Hamburguesas en Hamburgo. La primera visión del Rathaus y la noche por St Pauli. Trenes que se meten en barcos. Copenhague y su lluvia curativa. El Staten Museum for Kunst y el chico de debajo de la cama. Noches de dormir lo justo. Buenas noticias. Berlín me recibe gris, triste y mojada. No nos entendemos pero me enseña muchas cosas. Me abruma un poco. Praga sabe a casa, a queso frito y a cerveza checa. Chicos que te tratan como una princesa, y otros que te amargan el viaje. Viena me espera imperial para celebrar mi cumpleaños. Me empapo de Sisi, me enamoro de un Renoir, no acabo de congeniar con Klimt. Me voy rápido pero le prometo que volveré. Salzburgo fugaz, noche de cerveza y mañana de turisteo rápido. Volver a flotar en Bérgamo. Verona con agua y sin Romeo, sopa caliente y Cartas a Julieta. Saltar a un cuadro de Canaletto y llegar a Venecia. Amor a primera vista. Chapotear por San Marco, pizza en Dorsoduro, perderme con la esperanza de no encontrarme y poder quedarme allí. Florencia. Arte. Emborracharme de cuadros religiosos hasta recitar listas de santos por inercia. Atardece. Huele a final. Última parada en Interlaken. Noche de risas y chicos rubios, día de naturaleza por eso de que haya de todo. Última cena. Última noche. Último tren. Como si nada.



Hay experiencias que te enseñan tanto, que te llevan a vivir cosas tan diferentes que es imposible que no te cambien un poquito. Me siento algo más llena, como quien ha llegado a conocerse un poco más a base de conocer cosas nuevas. No sé si ha sido lo que esperaba, u otra cosa, pero sé que ha sido fantástico. Que ahora es tiempo de asimilar, ordenar todo lo vivido, guardar cada vivencia en su cajón. De seguir saboreándolo de algún modo. Y como no, de empezar a pensar en como preparar el próximo viaje, lleve a donde lleve.

Y a los muchos que me habéis dicho estos días eso de "qué envidia me das, no sé si ahorrar y hacerlo yo también"....No sé a qué estáis esperando.


viernes, 19 de octubre de 2012

Destinos del interrail: Venecia

Seguro que alguna vez viendo Mary Poppins habéis tenido ganas de hacer eso de saltar dentro de un cuadro y transportaros a su interior. Aquí estoy para solucionaros la vida. Coged un cuadro de Canaletto, miradlo muy muy fijamente y motaos inmediatamente en un avión a Venecia. Podéis vendaros los ojos entre una cosa y otra, para darle un efecto más realista, pero la verdad es que en Venecia los canales, las góndolas, las cúpulas de los tejados, los edificios... Todo es tan bonito como os lo puedan haber contado... O un poco más. Puede que al haber ido en otoño haya tenido una suerte especial, pero no me ha parecido que huela mal, ni que esté especialmente saturada de turistas (bueno, lo cierto es que solo hay turistas, pero yo pude ver la ciudad sin agobios) ni que esté descuidada.



Os daría ahora una larga lista de sitios que tenéis que visitar, pero la verdad es que más allá del Palazzo Ducale, del que os hablaré luego, Venecia es una ciudad tan única, tan diferente, que el mero hecho de perderse (suerte intentando descifrar los mapas!!) por sus minúsculas calles, puentes y campos (el nombre que les dan a las plazas) es descubrir un mundo total y absolutamente nuevo. El exceso de turistas se compensa con la ausencia de coches, y la dificultad de moverse de un sitio a otro por las esquinas encantadoras que te encuentras cada vez que te pierdes.



Para visitar el centro, yo os aconsejaría vagar sin mucho rumbo (no intentéis seguir un camino concreto, no lo conseguiréis y será desesperante) siguiendo como referencia los carteles amarillos que marcan los lugares más importantes de la ciudad ( Estación del Tren, Rialto, San Marco, Academia...). Yo no me fiaría mucho de ellos para ir directamente a ningún sitio, pero están bien para dejarse llevar con un rumbo más o menos claro.

Venecia se divide en seis distritos, de los que San Marco es sin duda el más turístico, aunque San Polo, con atracciones como el puente de Rialto (y su mercado) o Santa Maria dei Frari tampoco se queda atrás. El resto son un poco más tranquilos, aunque ya os digo que vale la pena pasear por cualquiera de ellos porque es algo simplemente...diferente. No dejéis de pasaros, eso sí, por Dorsoduro, a mi sin duda el sestriere que más me gustó. Al sur de la ciudad, está relativamente alejado de la masa de turistas, y sus calles llenas de galerías de arte tienen un encanto único. No dejéis de disfrutar de un trozo de pizza  en Pizza al Taglio (baratísima y deliciosa, en Sacca de la Toletta 1309) o de un plato de pasta en una trattoria, los precios son más asequibles que en el centro y el ambiente es encantador.



¿Visitas imprescindibles más allá de perderos por la ciudad? San Marco os espera. No dejéis de entrar en la basílica (es gratis, y aunque veréis una cola inmensa avanza rápido), y maravillaros ante sus cúpulas de influencia bizantina (oro, oro y más oro), realmente impresionante. Al lado, el Palazzo Ducale es uno de los emblemas de Venecia, y en él podréis haceros una idea de como funcionaba políticamente la ciudad durante sus siglos de esplendor, y ver obras como el Paraíso, de Tintoretto, o algunos techos decorados por Veronese que os dejarán con la boca abierta, ,y harán que el precio de la entrada y el tener que navegar entre grupos y más grupos de turistas valga la pena. Los más macabros, podréis ver también las antiguas mazmorras. Sin salir de la plaza, y si os sobran 8€, podéis gastarlos en subir al Campanile, desde donde tendréis una bonita vista de la ciudad... aunque la verdad es que la ciudad ya es bonita con los pies en el suelo.



Si tenéis ganas de más museos, podéis optar por la Academia si os gusta lo antiguo, o por el Guggenheim si os va lo más actual, ambos en Dorsoduro. No os vayáis sn ver cosas como el puente Rialto, Santa Maria dei Frari, Santa Maria della Salute o sin compraros una máscara carnavalesca (como si fueseis a poder resistiros). Si vais a pasar varios días, acercaros en vaporetto a Burano y a Murano puede ser una opción.



En definitiva... No siempre todo lo que se escucha de Venecia es bueno, pero os recomiendo al 200% que vayáis si tenéis la oportunidad porque tiene... algo. ¡¡Y quién querría perder la oportunidad de saltar dentro de un cuadro como en Mary Poppins!!

Destinos del Interrail: Verona

Verona... Qué puedo contaros de Verona, aparte de que si cogéis un día lluvioso casi seguro que os caeréis de culo en algún punto de sus calles horriblemente resbaladizas. Lo primero que deberíais hacer es olvidaros de Romeo y Julieta, y centraros lo que el centro histórico de la ciudad, medieval y muy bien conservado (es patrimonio de la UNESCO), puede ofreceros.



El centro no es muy grande, se extiende desde la Piazza Bra, donde se ubica la Arena, hasta encontrarse con el río Adige tras el Duomo. Disfrutad paseando por Via Manzini y las calles de alrededor y parando por sus tiendas mientras disfrutáis del entorno.La Piazza Erbe, en el centro del centro, y que a m me pareció maravillosa pese a parecer una piscina, os hechizará seguro con su encanto medieval. Acercaos también hasta el Duomo, arquitectónicamente fascinante, que alberga obras de Tiziano en su interior. Por el camino, parad en la plaza de Santa Anastasia, con la Iglesia del mismo nombre. Si queréis una vista panorámica de la ciudad,  cruzad el río y subid hasta el Castel de San Pietro en un día despejado.



Puede que la visita más importante sea la Arena, un anfiteatro romano increíblemente bien conservado en el que aún tienen lugar representaciones. La entrada os costará tres euros. Tenéis también el museo de Castelvecchio si tenéis ganas de cuadros religiosos, y si  os sobran el tiempo y las ganas, el teatro romano con su museo arqueológico, el museo de historia natural, o el de la radio de época, entre otros, están esperando.



Y bueno, lo cierto es que la ciudad ha creado un montón de productos alrededor de la obra de Shakespeare, así que si queréis dejaros atrapar por el romanticismo,, no dejéis de pasar por la Casa de Julieta, al lado de la Piazza Erbe, a ver el famoso balcón y a dejar vuestro mensaje de amor plasmado en las paredes de la entrada (si encontráis hueco, claro, sino siempre podéis pintar el nombre de vuestro amado en un chicle , que viene siendo de lo más asqueroso-habitual).



 

Interraileando días 13-19 : Verona, Venecia y Florencia

Bueno, bueno, puede que os estuvieseis olvidando de mi y de mi viaje dada mi relativa desaparición de la... ¿última semana? pero la verdad es que el tiempo está brillando por su ausencia y no paro quieta. Creo que os dejé llegando a Bérgamo, y sí, la verdad es que he hecho unas cuantas cosas desde ahí, de las cuales no se pueden contar todas.

Así que dejémoslo en que el finde fue dedicado a la desconexión y a descansar en buena compañía, estuvo bien tener un "oasis" en medio del ajetreo de estas semanas... Pero no voy a entreteneros con eso así que... situémonos el domingo en Verona. Había tenido que cambiar el hotel al variar los días, y la verdad es que no tuve mucha suerte. Llegué habiendo ya anochecido, y el hotel estaba en el medio de la nada tras media hora andando con un parque oscuro al lado y una carretera en plan principal al otro (HOLA!!!  SOY RUBIA Y ESTOY PERDIDA EN MEDIO DE LA NADA!! VIOLADME!!),  no veáis qué mal rollo apra llegar... El sitio no estaba lejos lejos de lo que es el centro, pero sí de la estación, y fatal comunicado...

Total que llego, bastante cansada, y bueno, la habitación y así bien, y la recepcionista amabilísima no, lo siguiente, pero el medio de la nada (me invitó a cenar porque me veía triste!!!) , ni un sitio al que ir cerca, sin wifi... Maravilloso. Así que nada, dormí allí y decidí pasar solo esa noche, porque quería ir a Venecia, y no me hacía mucha gracia volver a encontrar el hotel cuando volviese...



Por la mañana paseo por Verona bajo el diluvio universal que me afeó un poco la experiencia, pero la verdad es que la ciudad muy bonita, con mucho encanto más allá de o relacionado con Romeo y Julieta, y aunque acabé como una sopa, estuvo bien pasar unas horitas por allí. A mediodía me dirigí hacia Venecia por fin, y... guau. Amor a primera vista. EL diluvio universal se había venido conmigo, y encontrar el hostel me costó un mundo entre las mini calles hiper enrevesadas (para más inri, iba de tacones CON LA MOCHILA tras haber matado a mis botas por la mañana), pero me importó más bien  poco porque el contexto era simplemente increíble.



Albergue muy cutroso, pero más que suficiente, además tuve suerte con mis compis de habitación, otras tres chicas, congeniamos bastante bien y fue una buena noche sin tener que salir de la cama (el diluvio me había acatarrado ligeramente). Esa tarde la dediqué a pasear por pasear mojándome felizmente y disfrutando del hecho de estar en un sitio tan bonito, y la verdad es que aguanté poco antes de retirarme.



Al día siguiente, ya con fuerzas renovadas visité el Palazzo Ducale y la Basílica de San Marco, además de pasearme descalza por la plaza inundada, pero la verdad es que tenía más ganas de pasear, perderme por las tiendas (debería haber ido a Venecia antes de mi cumpleaños, y habría organizado una super fiesta de máscaras sí o sí), galerías... No sé, es una ciudad muy paseable (vivan las ciudades sin coches!!!!!!!!!) y muy especial. Me habría quedado infinitamente, pero tocaba ir a Florencia... que tampoco ha sido mal destino. Llegué tarde  (en serio, no quería irme de Venecia) así que no hice mucha cosa, más que ir al supermercado y planear tranquilamente los próximos días... El hotel increíblemente cutre, pero muy muy bien situado, y habitación para mi sola, así que más que suficiente.



El plan del miércoles era madrugar mucho mucho mucho para poder ir a la Uffizi y no hacer demasiada cola, pero la oscuridad absoluta de mi habitación (ni un triste respiradero, como para pedir una ventana) sumada a mi cansancio absoluto, me llevaron a ignorar el despertador, quedarme felizmente dormida... Y tener que hacer una hora de cola para entrar. De lo que vi allí dentro ya os hablaré en la entrada de la ciudad, porque da para bastante. Me tomé el día con bastante pereza (hola, cansancio acumulado), sobre todo después de cubir al Campanile del Dumono (Muchas escaleras, muchas!!!!), que sumado a mi sueño de por sí me dejó atontada... Así que paseo por la ciudad, algo de compras... Y por la tarde había quedado con una amiga para ir a tomar el aperitivo (eso de tomarte una copa y poder comer lo que quieras) , la verdad es que me llevó a un sitio super guay.



Ayer me tomé el día más en serio, mañana en la Academia (impresionante el David, da incluso ganas de empotrarlo contra una pared y hacerle maldades de realista que es), algún museo más, y luego iglesias, iglesias y más iglesias (he salido de Florencia con un misticismo de la leche y recitando nombres de santos con sus atributos). Atardecer precioso desde el Piazzale Michelangelo, y retirada pronto para organizar mi venida a Suiza...



Y llegamos por fin a hoy, día en que por fin me digné a madrugar, y menos mal, porque de camino a la estación me di cuenta de que me había dejado el móvil en el hotel, y tuve que volver corriendo como una loca con la mochila (que por cierto hoy pesaba más que nunca) a por él, volver a correr hacia la estación... Y bueno, de paso me hice algo en un pie porque soy simplemente incapaz de andar ahora mismo. Afortunadamente, el tren que tenía que coger tuvo a bien retrasarse diez minutos y pude cogerlo (lo peor es que tenía que hacer reserva de asiento antes de subir, por lo que no podía entrar esprintando en la estación y ya, y no os queréis imaginar mi hiperventilación delante de la maquinita de los billetes). EL viaje ha sido bastante pesado, porque he cogido cuatro trenes, todos bastante llenos y no he estado mucho rato en ninguno, así que he acabado agotada de correr de un andén a otro sin saber muy bien ya donde estaba... Aún así el recorrido muy bonito, y por fin estoy en Interlaken !! Poco he hecho gracias a mi pie chafado, más allá de ir al supermercado (la comida de no-supermercado es simplemente prohibitiva) y venirme al hostel (en el que duermo con cuatro chicos que GUAU) a socializar con la gente que va pasando por la cocina (pagar 3€ por 20cl de cerveza en el bar me parecía un poco pecado).

¡¡Y hasta aquí!! En un par de días os contaré ya el final del viaje...

martes, 16 de octubre de 2012

Destinos del interrail: Viena

Cuidadito con visitar Viena si no tenéis ganas de enamoraros. Viena es... todo lo que podáis esperar de ella y un poquito más. Huele a arte en cada esquina, a la música de Mozart, a la elegante arquitectura que domina en el centro, a las obras de Klimt . Viena se presenta magnífica, atemporal, tan cuidada, tan perfecta que parece que acabe de ser construída,  a la vez que en su infinita serenidad te mira como si ya lo hubiese visto todo, como si llevase tantos años allí y hubiese visto a tantos como tú que ahora solo le apeteciese posar perezosa, porque sabe que hagas lo que hagas va a salir preciosa en la foto.

Hace falta tiempo, bastante tiempo, para poder quedarte al menos con un mínimo de lo que la Ciudad Imperial puede ofrecerte. Yo tengo la sensación de no haber visto NADA, a pesar de haberme pasado dos días como una loca intentando abarcar todo lo posible. Os recomendaría, para poder ir más holgados, que os hicieseis con un pase del metro para el tiempo que vayáis a estar. El de 24 horas cuesta 6'30€, no es demasiado caro, y aunque el centro de la ciudad es relativamente andable, creo que lo agradeceréis. También está la opción de la Viena Card, que por unos 20€ ofrece transporte ilimitado durante 72 horas, y descuentos en museos (a mi por ejemplo no me compensaba mucho porque al final los precios salían igual que con el descuento de estudiante, pero para los que no tengáis entradas reducidas puede estar bien).



Podemos llamar centro de la ciudad (que por cierto, es patrimonio de la humanidad) a las calles que quedan entre el canal del Danubio, el Stadt Park,y la Museum Strase. Dentro, es fácil perderse entre iglesias, edificios impresionantes, cafés, coches de caballos y gente disfrazada de Mozart intentando venderte diferentes cosas. Lo cierto es que pasear por calles como Kohlmarkt es una experiencia en sí, sin necesidad de tener que fijarse en nada en concreto, porque el contexto es simplemente maravilloso.



Como punto de referencia en lo que podríamos denominar "centro del centro" encontramos la Catedral de San Esteban, edificio emblemático de la ciudad , visita imprescindible. Un referente del arte gótico del que destaca el tejado de azulejos de colores que le da su personalidad característica. Es probable que en cualquier otro lugar esta catedral hiciese que todo girase en torno a ella, pero parte del encanto de Viena es que un edificio tan impresionante como este quede fundido con sus calles en perfecta armonía, destacando lo justo.



Muy cerca de la catedral, no dejéis de acercaros a la Iglesia de San Pedro, que puede parecer por fuera una iglesia como otra cualquiera, pero por dentro es simplemente maravillosa. La decoración barroca es impresionante, y si tenéis suerte y hay música de fondo (o si podéis organizaros, hay conciertos de órgano gratuitos algunos días), la sensación puede ser increíble. A mi incluso se me nublaron un poquito los ojos, porque es cierto que es un tipo de arte que a mi me conmueve especialmente, pero el estar alli sentada, con esa inmensidad alrededor, y el órgano sonando ha sido una de las experiencias más bonitas del viaje. No puedo dejar de recomendaros que entréis, vaya.

Hacia el oeste, el ayuntamiento, el Burgtheater, el Parlamento, los museos de Historia Natural y de Historia del Arte, el palacio de Hofburg, la Ópera y unos cuantos más hacen que parezca que estás en un concurso de Miss Universo de edificios, así que más allá de lo que decidáis visitar o no, sentaos por allí y disfrutadlo porque piden a gritos que pases un rato mirándolos. Y ya que la he mencionado, si estáis planeando la visita a Viena con bastante antelación, no como yo, estad atentos a la programación de la Ópera, porque hay entradas bastante asequibles, y tiene que ser simplemente una pasada estar allí dentro.

Los amantes de la figura de Sisi, y de palacios y tema de realeza en general, podréis encontrar en Hofburg, además de la Escuela Española de Equitación, el museo  de Sisi, que analiza la historia de la emperatriz, su personalidad, su modo de vida... Es un poco morboso-tétrico en general, porque es muy oscuro y se centra mucho en la angustia ante la vida que mostraba Sisi, pero para gustos colores. También están los apartamentos imperiales en los que vivían Francisco José y ella, ambientados con un montón de objetos personales que la verdad es que le dan bastante encanto. La audioguía está bastante bien hecha, y en general yo creo que si os interesa el tema, no os va a decepcionar.

Poco más que añadir sobre el centro, porque sería fácil empezar a hablaros de sitios y sitios hasta dormiros, pero más allá de lo mencionado, la Biblioteca Nacional, el Albertina, la iglesia Votive, la Casa de la Música, y todas las estatuas del Statd Park os están esperando.



Un poco más al sur, está uno de esos sitios tan bonitos en las fotos que solo puedes esperar que te decepcione. Claro que estamos hablando de Viena, y no solo no te decepciona sino que te parece más bonito aún. Hablo del palacio de Belvedere y de sus jardines, de visita obligada en día soleado. En el palacio se encuentra una colección de arte bastante importante, en la que destaca una gran variedad de obras de Klimt, incluyendo El Beso, aunque también pueden apreciarse obras de otros períodos. No me considero nadie para juzgar el nivel de una colección de arte, pero a nivel personal, os diría que si no os gusta Klimt, más allá de un par de cuadros (hay un retrato de Napoleón de Jean Louis David bastante impresionante, a mi por ejemplo me gustó mucho "bather with blonde hair de Renoir, y alguno más, pero....ya), no vais a ver nada que no podáis ver en otro museo. La audioguía no está nada bien hecha. Cerca del Belvedere y en una plaza muy agradable, podéis encontrar la KarlsKirche y su cúpula turquesa.Si tenéis tiempo podéis entrar y subir a la cúpula para observar sus frescos desde cerca.



Un poco más lejos, pero también de visita obligada, nos encontramos con el Palacio de Schonbrun, cuyos jardines  no son los de Versalles... pero casi. Dedicadle tiempo, son muy amplios, y cuentan con diferentes secciones, pero valen la pena. Yo no pude entrar en el palacio en sí, pero como dije al hablar de Hofburg, si os gusta este tipo de atracción... Estamos en una ciudad imperial, y poco hay que añadir.



Y si aún os queda tiempo, ganas, y queréis pasar un rato divertido, podéis acercaros al Prater, al norte de la ciudad, donde se encuentra el parque de atracciones más antiguo del mundo. La entrada es gratuita y solo hay que pagar si queréis subir en algo, además es una zona bastante animada y hay un montón de puestos de comida, así que puede ser una visita entretenida.



Hablando de comida, y voy ya acabando, comer en Viena es bastante barato si se quiere (osea, si te sientas a pedir un schnitzel en la plaza de la catedral, pues igual de arrancan el hígado y un par de riñones). Comprar algo en cualquier panadería y comerlo en un parque es una opción económicamente suculenta, y en las estaciones de metro hay bastantes puestos de comida rápida muy asequibles también.  En el centro centro los precios son un poco más elevados, pero tampoco en exceso ,y si queréis comer de plato, en las calles que encontraréis alrededor de la Iglesia de San Pedro hay bastantes sitios con menús baratos.

Por último (ahora sí que sí), si tenéis ganas de ir de compras, podéis optar por Kartner Strase, donde por cada tienda normal hay dos de souvenirs y un timo para turistas, o andar un poquito más hasta Mariahifler Strase, donde el ambiente es un poco menos turístico y apelotonado, y podréis dedicaros en cuerpo y alma a las tiendas sin tener que ir esquivando gente intentando sacar fotos como si fuese un campo de minas.

En fin... Esta entrada podría ser infinitamente más larga porque Viena es muy grande, y está muy llena de cosas, que para más inri valen la pena en su mayoría. Lo dicho, cuidadito con enamorarse.

Interraileando días 10, 11 y 12 : Viena y Salzburgo

Buenas tardes desde un tren Insbruck-Venecia, en el que llevo muchas horas ya, y otra que me queda, pese a que ninguno de los dos es mi destino de ida ni de vuelta hoy. Tocan muchas horas de tren para abandonar tierras austríacas y dirigirme a Italia esta última semana. He cambiado un poco los planes por una visita inesperada, y voy a pasar el finde en Bérgamo, para continuar luego con el plan inicial de Verona-Venecia-Florencia, y supongo que subiré vía Suiza el domingo/lunes (se acerca horriblemente y no quiero que se acabe!!)

Creo que en la última entrada del blog os conté básicamente cómo me había ido hasta que dejé Praga, así que me toca poneros al día sobre a lo que Viena y Salzburgo se refiere. El día que llegué a Viena era ya de noche,  y yo estaba mentalmente agotada por lo que me había pasado la noche anterior, así que me fui directamente al hostel (nada del otro mundo, pero la verdad es que depués de la noche de Praga agradecí enormemente dormir en una habitación compartida, y más teniendo en cuenta que mis compañeros de habitación eran bastante silenciosos).  Me dediqué a organizar algunas cosas, porque tenía que cambiar reservas de esta semana, cené algo... y cama, cama y más cama.

Al día siguiente, 10 de octubre y cumpleaños de la que escribe (no está mal pasar un cumpleaños en Viena, no) , después de hacer unos cuantos recados, mandar unas cartas, y tener unos cuantos quebraderos de cabeza, me dispuse a descubrir la ciudad. Viena es grande, mucho, rozando casi lo abrumador con un centro histórico enorme, lleno de edificios y más edificios imponentemenente preciosos y perfectamente cuidados. Básicamente a eso dediqué el día, paseo por el centro, iglesias, momunmentos, visité también el museo de Sissi y el palacio de Hofburg, y sin que sirviese de precedente abandoné por un día la comida barata callejera para sentarme en una mesa con cubiertos a comer (pasta de oferta, tampoco era cuestión de excederse, pero un sito barato y acogedor en el centro). Me acerqué también hasta el Prater (el parque de atracciones de la ciudad) y a ver el Danubio, y todo esto se dice muy pronto, pero lo cierto es que eran las siete o así y yo estaba que casi lloraba de lo que me dolían las piernas, así que me pareció conveniente cenar algo rápido (creo que lo mejor de irme de Austria va a ser alejarme de esas pastelerías diabólicas en las que te lo comerías todo) y retirarme al hostel...








Noche tranquila por el albergue, de charla en la habitación (o de intento de charla, porque estaba con un chico australiano con un acento extrañísimo al que no entendía NADA, y era un poco penoso que él tuviera que repetir cada frase dos o tres veces) y tranquileo, aunque tuvimos nuestro momento de emoción cuando alguien le dio simpáticamente a la alarma de incendios y nos dedicamos a un magnífico desfile de pijamas y gritos por los pasillos...divertido como mínimo.

Al día siguiente mi plan era haberme ido a Salzburgo no muy tarde, para poder ver algo, (bueno, el plan inicial era estar otra noche en Viena, pero eso es otro asunto) pero  me quedaba tannnnnnnnnnnnnta Viena por ver que decidí pasar allí el día para poder aprovechar la ciudad, y la verdad es que valió la pena, porque el día estaba precioso y ya os digo que la ciudad me ha enamorado. Me fui hasta el palacio del Belvedere, comí tres pedazos masivos de pizza en un parque por 2'50€, paseo por el centro con mucha pena de irme... Y visita fugaz al palacio de Schonbrun de camino al hotel, sin entrar ni nada, pero por darme un minipaseo por los jardines.



Tocaba irse, cogí el tren sobre las 17:30 para encaminarme a Salzburgo, y menos mal que el trayecto fue corto porque qué horror de viaje. El tren iba lleno, osea que lo de elegir sitio era más bien imposible, y justo delante de mi llevaba delante a una familia con unos niños pequeños pegando alaridos durante las dos horas y media que no veáis que horror. Todo esto aderezado con cosas como cambios de pañales dentro del vagón, guerras de comida... Una maravilla, vamos.

Llegar al hotel en Salzburgo no fue especialmente fácil, porque aunque estaba cerquita de la estación estaba todo oscuro y lleno de obras, y yo no paraba de meterme por sitios equivocados... Pero bueno, llegué sana y salva, el albergue bastante acogedor ,el personal muy simpático, mucha gente...así que ducha rápida, y como tenía bastante que hacer con el ordenador, me pareció que mejor sería bajarme al bar a hacerlo acompañada por una cerveza (cada día entiendo menos por qué en España no están más popularizadas las cervezas de medio litro) y se me hizo bastante tarde entre unas cosas y otras, pero buen ambiente y un sitio super agradable!!

Esta mañana he cogido el tren a las 11, así que podréis imaginar que no me ha dado mucho tiempo a ver Salzburgo... Pero bueno, me di madrugón, aproveché para desayunar en el albergue porque eran solo 3'50€ (desayuné con dos chicos no sé muy bien de donde, pero enormemente gigantes empeñados en que comiéramos lo más posible, y la verdad es que aún me siento empachada !!) y anduve un par de horas por la ciudad, que pese a que es pequeñita y eso hace que la gran afluencia de turistas se note más, la verdad es que es una cucada!!



Y aquí me tenéis, a puntito de llegar a Verona, la verdad es que el viaje está siendo preciosa, voy con gente bastante maja y se está haciendo más o menos leve... Veremos cómo me trata Italia :)) !!

jueves, 11 de octubre de 2012

Destinos del interrail: Praga


Praga es sin duda una ciudad especial. Será por el encanto de sus calles, por eso de que no es ni muy grande ni muy pequeña, por esa personalidad tan propia que posee,por los precios increíblemente económicos, o por esa cerveza que te hace ver las cosas mucho más bonitas desde que el día está casi empezando... pero lo cierto es que es difícil que no te guste. Esa mezcla entre un ambiente muy vivo y un telón de fondo simplemente precioso se muestra como una receta mágica que atrapa a los visitantes.

Es cierto que atrapa a puede que demasiados visitantes, y que hay ocasiones en que la enorme cantidad de turistas, sobre todo en el centro, se hace desagradabe. No os voy a hablar por lo tanto del Puente Carlos, donde se escucha habñar más español que checho, del reloj astronómico (aunque una gymkana intentando atravesar la multitud que se agolpa delante a las horas puntas estaría interesante) , del castillo o de la plaza de Wenceslao. Son en su mayoría lugares con un gran encanto, pero con una fluencia de gente excesiva que hace que el producto turístico acabe prevaleciendo sobre los monumentos en sí.



Hoy me gustaría, simplemente, recomendaros un par de sitios que descubrí durante esta visita y que no están TAN masificados. El primero es el castillo de Vysehrad donde vivían los primeros reyes checos. Está al sur de la ciudad, el parque es muy cuco, hay una iglesia románica en la que vale la pena entrar, y las vistas desde allí en un día soleado son realmente bonitas.



Más cerca del centro, y también ofreciendo una panorámica preciosa, está el parque de Petrin, con la hermana pequeña de la Torre Eiffel como protagonista. La torre tiene 63'5 metros de altura y ofrece una panorámica de la ciudad. Si no tenéis pavor a las estructuras metálicas, como es mi caso, podéis subir tanto por las 299 escaleras como a través del ascensor. Yo os recomendaría llegar a Petrin a través del funicular, que os cuesta aproximadamente 1€ y os ahorra una señora subida, y bajar hacia el lado del castillo por si queréis pasar por allí, o seguir directamente hacia Mala Strana.



A nivel muy personal, os recomendaría entrar en la Iglesia de San Nicolás si os gusta el arte barroco, el interior roza un poquito el desbarre, pero es simplemente impresionante; y también que os acerquéis a la Dancing House, obra de Frank Gery situada al lado del río, que supuestamente representa a Ginger Rogersy Fred Astaire , y lo que es a mi me encanta.

No dejéis de entregaros en cuerpo y alma a la gastronomía (imprescindible el queso frito!!)  y a la cerveza checa, per oeso sí, no lo hagáis en pleno centro. Comer y beber en Praga puede llegar a resultar MUY barato a poco que te alejes de las zonas más turísticas, y no deberíais perder la oportunidad de hacerlo.



Y más allá de atracciones y lugares en concreto, Praga es una ciudad que te pide vivirla, descubrirla por ti mismo y hacer tuya su magia. No te la pierdas.