jueves, 11 de octubre de 2012

Destinos del Interrail: Berlín





  Es difícil caminar por Berlín sin pensar en el pasado, y eso que la ciudad trata de reinventarse a si misma a cada paso. Monumentos, memoriales, edificios que te recuerdan la historia que hay tras cada calle, elementos tan sencillos como una soble franja de adoquines en allí por donde pasaba el muro, y otros simplemente abrumadores como el mar de bloques de hormigón que es el memorial a las víctimas del holocausto judío. Rehaciéndose a sí misma (las infinitas obras que afean un poco todo dan fe de ello), pero con un ojo en la historia para evitar que se repita.

El centro de la ciudad, en el que se encuentran la mayoría de puntos de interés turístico, se puede visitar a pie. Eso sí, es bastante grande y te llevará su tiempo.  Con la puerta de Brandemburgo como elemento dominante (no es especialmente grande, ni especialmente imponente, pero el peso de su valor histórico sigue estando presente entre las innumerables tiendas de souvenirs y recauchutado turístico en general. ( Ya lo he comentado en el post del blog, pero recomendaría acercarse hasta aquí de noche, cuando se apaga el bullicio y la puerta está simplemente iluminada y serena, tranquila.



Al lado de la Puerta de Brandemburgo nos encontramos con el memorial a las víctimas del holocausto judío, una inmensa extensión cubierta de bloques de hormigón, al principio más bajitos y que van aumentando de altuar a medida que te acercas a ellos, hasta dejarte hundido en su altura. La verdad es que pasear entre los bloques y pensar en lo que simbolizan, y el horror que recuerdan es una experiencia sencillamente abrumadora.



Más memoriales , como el de los homosexuales y el del soldado soviético se pueden encontrar en el Tiergarten, el parque más grande de Berlín, por el que vale la pena perderse si el tiempo acompaña.

Al lado de la Puerta, y también del Tiergarten, encontramos el edificio del Reichstag. Reconstruido en los 60 (y acabado de reformar en los 90 por Norman Foster)  tras ser "casualmente" incendiado, es gratuito visitar su cúpula y es simplemente una maravilla arquitectónica. Además, desde arriba, si tenéis suerte y cogéis un día en el que no haya niebla y los cristales estén empañados (sí, estoy teniendo una suerte magnífica) las vistas sobre Berlín son fantásticas. Además, la visita incluye una audioguía que te va explicando tanto detalles sobre la estructura y construcción del edificio como dátos sobre los edificios que se ven desde la cúpula a medida que te mueves . Visita imprescindible
.


 Dirigiéndonos hasta el este, no dejéis de visitar la plaza Gendarmer Markt y sus iglesias gemelas (una calvinista y una luterana), símbolo de la tolerancia religiosa de la ciudad. Justo al lado, en la Bebel platz, encontramos el recuerdo a la quema de libros llevada a cabo por el régimen nazi en 1933, en forma de una estancia llena de estanterías vacías, imagen que a algunos no les pareció la más adecuada, pero sin duda impactante. Además, la cita de Heinrich Heine "Se empiezan quemando libros y se acaban quemando personas", resulta increíblemente significativa. En esta plaza encontraréis también una de las óperas de Berlín, y la iglesia que los berlineses, grandes fans de J.K. Rowling, han dedicado a la lechuza de Harry Potter, St Hedwig's Cathedral ;)

De aquí se llega fácilmente a la isla de los museos, donde se concentran los museos más importantes de Berlín. Puede que el Pergamo, en el que se encuentran el altar de Pérgamo, la puerta de Ishtar de Babilonia o la del mercado de Mileto, entre otras cosas, sea el más famoso y el mas relevante por contenido. Justo al lado de los museos se encuentra la Catedral de Berlín un edificio mamotrético y simplemente precioso, que pierde un poco de encanto por el hecho de no haber sido construido hasta 1905, de haber acabado de reconstruirse en 1993 o de que la piedra del exterior haya sido envejecida a propósito.





Llegados a este punto, podéis seguir hasta Alexanderplatz y pagar 12€ por subir a la torre de televisión, el edificio más alto de Europa, y contemplar la ciudad, o desviaros un poquito y acercaros al minúsculo barrio medieval (reconstruído, claro), unas pocas calles realmente encantadoras que contrastan muchísimo con el resto de la ciudad. Si os gustan los osos de peluche, no dejéis de entrar en Teddy Laden, los precios son bastante elevados, pero vale la pena ver algunos de los muñecos, simplemente preciosos.



Un poco más lejos del centro, pero de visita obligada, es la East Side Gallery, el fragmento de muro más largo que se conserva, y que está cubierto de obras de diferentes artistas. Un auténtico símbolo de la paz, de esperanza y del recuerdo. Obras de caracteres muy diversos que se unen entre sí, creando un conjunto simplemente maravilloso.



Pero Berlín es mucho más que el centro. Sus barrios también tienen vida propia, cada uno a su estilo. Puede que el más famoso a día de hoy sea Kreuzberg, sobre el que poco puedo hablaros porque el tiempo no me permitió ir, pero de visita muy recomendada. Si vais bien de tiempo y tenéis ganas de compras, yo os recomendaría acercaros hasta Prenzaluer Berg. En Kastanienallee encontraréis tiendas bastante originales, de ropa, decoración, regalos... que valen la pena, y en Everswalder Street entenderéis qué significa exactamente la palabra vintage, Stiefelkombinat parece más un museo que una tienda de ropa, no pierdas la ocasión de maravillarte entre maillots de licra, vestidos psicodélicos y zapatos imposibles. VALE LA PENA.







Hablando de compras, en Berlín podéis encontrar un mercadillo en cada esquina. Huid de los más turísticos (aunque también en estos podéis encontrar cosas interesantes, tenéis uno en la Isla de los Museos si no os apetece complicaros la vida) y seguro que os hacéis con algo interesante. Es especialmente famoso el de Mauerpark los domingos.



Respecto a comer y beber, no es una ciudad especialmente barata, pero si te alejas de las calles principales, donde los precios están completamente descontrolados, puedes alimentarte de forma asequible. Afortunadamente hay bastantes puestos de comida en la calle, que oscilan entre lo alemán y lo turco, pero que en cualquier caso es la opción más económica (y en muchos casos deliciosa)

Y por último, qué deciros. Berlín es una cudad en constante movimiento, por lo que enteraos de qué hay de especial cuando vayáis, y puede que descubráis algo interesante. Espectáculos, mercadillos, eventos... seguro que esta ciudad tiene algo preparado para recibirte.

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