martes, 16 de octubre de 2012

Destinos del interrail: Viena

Cuidadito con visitar Viena si no tenéis ganas de enamoraros. Viena es... todo lo que podáis esperar de ella y un poquito más. Huele a arte en cada esquina, a la música de Mozart, a la elegante arquitectura que domina en el centro, a las obras de Klimt . Viena se presenta magnífica, atemporal, tan cuidada, tan perfecta que parece que acabe de ser construída,  a la vez que en su infinita serenidad te mira como si ya lo hubiese visto todo, como si llevase tantos años allí y hubiese visto a tantos como tú que ahora solo le apeteciese posar perezosa, porque sabe que hagas lo que hagas va a salir preciosa en la foto.

Hace falta tiempo, bastante tiempo, para poder quedarte al menos con un mínimo de lo que la Ciudad Imperial puede ofrecerte. Yo tengo la sensación de no haber visto NADA, a pesar de haberme pasado dos días como una loca intentando abarcar todo lo posible. Os recomendaría, para poder ir más holgados, que os hicieseis con un pase del metro para el tiempo que vayáis a estar. El de 24 horas cuesta 6'30€, no es demasiado caro, y aunque el centro de la ciudad es relativamente andable, creo que lo agradeceréis. También está la opción de la Viena Card, que por unos 20€ ofrece transporte ilimitado durante 72 horas, y descuentos en museos (a mi por ejemplo no me compensaba mucho porque al final los precios salían igual que con el descuento de estudiante, pero para los que no tengáis entradas reducidas puede estar bien).



Podemos llamar centro de la ciudad (que por cierto, es patrimonio de la humanidad) a las calles que quedan entre el canal del Danubio, el Stadt Park,y la Museum Strase. Dentro, es fácil perderse entre iglesias, edificios impresionantes, cafés, coches de caballos y gente disfrazada de Mozart intentando venderte diferentes cosas. Lo cierto es que pasear por calles como Kohlmarkt es una experiencia en sí, sin necesidad de tener que fijarse en nada en concreto, porque el contexto es simplemente maravilloso.



Como punto de referencia en lo que podríamos denominar "centro del centro" encontramos la Catedral de San Esteban, edificio emblemático de la ciudad , visita imprescindible. Un referente del arte gótico del que destaca el tejado de azulejos de colores que le da su personalidad característica. Es probable que en cualquier otro lugar esta catedral hiciese que todo girase en torno a ella, pero parte del encanto de Viena es que un edificio tan impresionante como este quede fundido con sus calles en perfecta armonía, destacando lo justo.



Muy cerca de la catedral, no dejéis de acercaros a la Iglesia de San Pedro, que puede parecer por fuera una iglesia como otra cualquiera, pero por dentro es simplemente maravillosa. La decoración barroca es impresionante, y si tenéis suerte y hay música de fondo (o si podéis organizaros, hay conciertos de órgano gratuitos algunos días), la sensación puede ser increíble. A mi incluso se me nublaron un poquito los ojos, porque es cierto que es un tipo de arte que a mi me conmueve especialmente, pero el estar alli sentada, con esa inmensidad alrededor, y el órgano sonando ha sido una de las experiencias más bonitas del viaje. No puedo dejar de recomendaros que entréis, vaya.

Hacia el oeste, el ayuntamiento, el Burgtheater, el Parlamento, los museos de Historia Natural y de Historia del Arte, el palacio de Hofburg, la Ópera y unos cuantos más hacen que parezca que estás en un concurso de Miss Universo de edificios, así que más allá de lo que decidáis visitar o no, sentaos por allí y disfrutadlo porque piden a gritos que pases un rato mirándolos. Y ya que la he mencionado, si estáis planeando la visita a Viena con bastante antelación, no como yo, estad atentos a la programación de la Ópera, porque hay entradas bastante asequibles, y tiene que ser simplemente una pasada estar allí dentro.

Los amantes de la figura de Sisi, y de palacios y tema de realeza en general, podréis encontrar en Hofburg, además de la Escuela Española de Equitación, el museo  de Sisi, que analiza la historia de la emperatriz, su personalidad, su modo de vida... Es un poco morboso-tétrico en general, porque es muy oscuro y se centra mucho en la angustia ante la vida que mostraba Sisi, pero para gustos colores. También están los apartamentos imperiales en los que vivían Francisco José y ella, ambientados con un montón de objetos personales que la verdad es que le dan bastante encanto. La audioguía está bastante bien hecha, y en general yo creo que si os interesa el tema, no os va a decepcionar.

Poco más que añadir sobre el centro, porque sería fácil empezar a hablaros de sitios y sitios hasta dormiros, pero más allá de lo mencionado, la Biblioteca Nacional, el Albertina, la iglesia Votive, la Casa de la Música, y todas las estatuas del Statd Park os están esperando.



Un poco más al sur, está uno de esos sitios tan bonitos en las fotos que solo puedes esperar que te decepcione. Claro que estamos hablando de Viena, y no solo no te decepciona sino que te parece más bonito aún. Hablo del palacio de Belvedere y de sus jardines, de visita obligada en día soleado. En el palacio se encuentra una colección de arte bastante importante, en la que destaca una gran variedad de obras de Klimt, incluyendo El Beso, aunque también pueden apreciarse obras de otros períodos. No me considero nadie para juzgar el nivel de una colección de arte, pero a nivel personal, os diría que si no os gusta Klimt, más allá de un par de cuadros (hay un retrato de Napoleón de Jean Louis David bastante impresionante, a mi por ejemplo me gustó mucho "bather with blonde hair de Renoir, y alguno más, pero....ya), no vais a ver nada que no podáis ver en otro museo. La audioguía no está nada bien hecha. Cerca del Belvedere y en una plaza muy agradable, podéis encontrar la KarlsKirche y su cúpula turquesa.Si tenéis tiempo podéis entrar y subir a la cúpula para observar sus frescos desde cerca.



Un poco más lejos, pero también de visita obligada, nos encontramos con el Palacio de Schonbrun, cuyos jardines  no son los de Versalles... pero casi. Dedicadle tiempo, son muy amplios, y cuentan con diferentes secciones, pero valen la pena. Yo no pude entrar en el palacio en sí, pero como dije al hablar de Hofburg, si os gusta este tipo de atracción... Estamos en una ciudad imperial, y poco hay que añadir.



Y si aún os queda tiempo, ganas, y queréis pasar un rato divertido, podéis acercaros al Prater, al norte de la ciudad, donde se encuentra el parque de atracciones más antiguo del mundo. La entrada es gratuita y solo hay que pagar si queréis subir en algo, además es una zona bastante animada y hay un montón de puestos de comida, así que puede ser una visita entretenida.



Hablando de comida, y voy ya acabando, comer en Viena es bastante barato si se quiere (osea, si te sientas a pedir un schnitzel en la plaza de la catedral, pues igual de arrancan el hígado y un par de riñones). Comprar algo en cualquier panadería y comerlo en un parque es una opción económicamente suculenta, y en las estaciones de metro hay bastantes puestos de comida rápida muy asequibles también.  En el centro centro los precios son un poco más elevados, pero tampoco en exceso ,y si queréis comer de plato, en las calles que encontraréis alrededor de la Iglesia de San Pedro hay bastantes sitios con menús baratos.

Por último (ahora sí que sí), si tenéis ganas de ir de compras, podéis optar por Kartner Strase, donde por cada tienda normal hay dos de souvenirs y un timo para turistas, o andar un poquito más hasta Mariahifler Strase, donde el ambiente es un poco menos turístico y apelotonado, y podréis dedicaros en cuerpo y alma a las tiendas sin tener que ir esquivando gente intentando sacar fotos como si fuese un campo de minas.

En fin... Esta entrada podría ser infinitamente más larga porque Viena es muy grande, y está muy llena de cosas, que para más inri valen la pena en su mayoría. Lo dicho, cuidadito con enamorarse.

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